Queridos compatriotas, en este preciso momento les pido que bajen la cabeza y guarden un minuto de silencio… por nuestra seguridad ciudadana. En el Perú de Dina Boluarte la extorsión no es un problema: es un modelo de negocio, un ecosistema, un nuevo ministerio en la sombra. Ministerio de Cupos y Sicariato: sin oficinas, sin trámites, pero con una efectividad envidiable.
A estas alturas, si usted no ha recibido una llamadita sospechosa, un mensajito intimidante o una «oferta irrechazable» para no amanecer con plomo en el pecho, considere parte de una especie en extinción: el peruano que todavía vive sin pagar cupo.
¿Y qué hace nuestra presidenta? Nada. Absolutamente nada. Bueno, sí: viaja, sonríe, posa para las fotos, lee discursos de papel manteca y sigue anunciando “acciones firmes” con la misma credibilidad que un billete de tres soles. Dina Boluarte perdió la guerra contra la delincuencia sin siquiera presentarse al campo de batalla. No tiene plan, no tiene estrategia, no tiene ganas. Pero tiene wifi y pasaporte diplomático, que no falla.
Mientras tanto, los peruanos nos hemos acostumbrado a vivir como rehenes de la violencia. Los delincuentes ya no solo dominan calles y barrios: controlan mercados, transporte, obras, empresas. Son el nuevo Estado paralelo, pero mucho más eficiente. Aquí no hay burocracia: pagas o mueres. Es el IGV del crimen organizado. El impuesto de vivir en el Perú de Dina.
Y ni hablar del ministro del Interior, Julio Díaz Zulueta. Un auténtico campeón… pero se esconde. No lo busque en operativos o en patrullajes: él está demasiado ocupado «evaluando» la crisis desde su oficina con aire acondicionado. Mientras los extorsionadores suman registros y los sicarios llenan cementerios, el Ministerio del Interior sigue en modo PowerPoint: muchas diapositivas, cero resultados.
A este paso, lo más sensato sería reconocer que el Perú ya está intervenido por el crimen y pedir formalmente ayuda internacional. No de la OEA ni de la ONU (que para lo único que sirven es para enviar comunicados de condolencias), sino de alguien que sí sabe lo que es poner orden: Nayib Bukele.
Propongo crear una campaña urgente: #BukeleAdóptanos. Necesitamos un Bukele Exprés, Delivery, Prime. Que nos instalen sus cárceles modelo, que nos mande a sus soldados, que nos enseñe a hacer limpieza profunda. Porque con Dina Boluarte el Perú no es un Estado fallido… es un Estado entregado, rendido, saqueado. El crimen hace lo que quiere porque nadie —absolutamente nadie— lo enfrenta de verdad.
Mientras Ecuador se juega la vida contra el narco y El Salvador reconstruye su seguridad desde las ruinas, nosotros seguimos aquí: esperando que la delincuencia tenga la cortesía de no meterse todavía en nuestro barrio. Porque de parte del gobierno ya sabemos qué esperar: nada. Cero. Silencio. Inacción.
Así que prepárense. Dentro de poco, en lugar de «Marca Perú», nuestro nuevo eslogan turístico será: «Perú, tierra de cupos, sicarios y extorsión. Venga bajo su propio riesgo» . Lo bueno es que ya estamos entrenados para vivir bajo amenaza. Lo malo es que cada vez hay menos esperanza.
Y cuando sus hijos le pregunten en el futuro: «Papá, mamá, ¿qué hicieron ustedes cuando el Perú se hundía?» , solo podrá responder con vergüenza: «Esperamos… y pagamos el cupo» .
¡Que alguien llame a Bukele, por el amor de Dios!
Dina perdió la guerra y Bukele tiene que rescatarnos
