Por: Capibara, periodista silvestre, libre y sin dueño.
Desde un rincón elegante y frío de la eternidad, rodeada de disciplina, orden y sentido de Estado —palabras en peligro de extinción en el Perú—, aceptó atendernos Margaret Thatcher, la legendaria Dama de Hierro. El motivo de la entrevista: su asombro —mezclado con espanto— al enterarse que en un país llamado Perú gobierna una señora que colecciona Rolex prestados, canta canciones de cuna mientras su pueblo grita de terror, y pelea más con los periodistas que con los delincuentes.
Capibara, humilde corresponsal de este ecosistema llamado La Caja Negra, fue el elegido para semejante osadía.
Capibara: Dama de Hierro, bienvenida. ¿Qué opinión tiene de Dina Boluarte, la presidenta peruana?.
Margaret Thatcher: (Ajusta su peinado, mira fijamente y responde con frialdad inglesa)
— ¿Presidenta?. ¿Eso llaman gobierno?. ¡Por favor!. He conocido a amas de casa que manejaban mejor su cocina que ella un país. Esta señora no gobierna, sobrevive. Es como un show de talentos fallidos: un día canta, otro día llora, después posa relojes prestados como trofeos… y mientras tanto los delincuentes se pasean como si fueran ministros sin cartera.
Capibara: ¿Le sorprende que tenga Rolex prestados?.
Margaret Thatcher: (Suelta una carcajada irónica).
— ¡Ah, los prestados!. Qué término más elegante para no decir mal habido. En mis tiempos, un reloj simbolizaba puntualidad y disciplina. En los tiempos de Boluarte simboliza cinismo y desvergüenza. Ella no sabe la hora ni de la historia ni de su país… y mucho menos del reloj que lleva.
Capibara: ¿Qué opina de sus canciones para niños y su estilo confrontacional con la prensa?.
Margaret Thatcher: (Se ríe sin piedad).
— Lo suyo no es cantar… es desafinar la dignidad. Que una presidenta prefiera entonar canciones infantiles mientras las madres peruanas lloran por sus hijos asesinados en las calles es un insulto a la inteligencia. Y su pelea con la prensa es el deporte favorito de los que no soportan la verdad. A mí me decían dura… pero jamás tonta.
Capibara: ¿Qué le parece la situación de violencia y extorsión en el Perú?.
Margaret Thatcher: (Seria, indignada)
— En mi vida jamás vi un Estado tan inútil. La señora Boluarte ha logrado lo impensable: convertir a la delincuencia en un sistema tributario paralelo. Transportistas, bodegueros, colegios, hasta viviendas… todos pagando impuestos a los extorsionadores. Es como tener a la Sunat, pero sin recibo. Un sistema criminal con sede en la calle y licencia otorgada por la indiferencia presidencial.
Capibara: En Perú dicen que los delincuentes extranjeros —venezolanos y colombianos— gobiernan más territorios que el Estado…
Margaret Thatcher: (Lanza una frase demoledora).
— ¡Claro! Es el primer Estado tercerizado de la historia. Un país sin ley, donde los extorsionadores hacen mejor control territorial que el propio Ejército. Y mientras tanto, Boluarte sigue esperando que alguien le preste un plan de seguridad… así como le prestaron los relojes.
Capibara: ¿Algún consejo final para Dina Boluarte?.
Margaret Thatcher: (Sentencia con sarcasmo británico).
— Que deje de cantar, devuelva los relojes, escuche a su pueblo y entienda que gobernar no es posar. Y si no puede con el cargo… que pida un préstamo, pero de dignidad.
Así terminó esta entrevista desde el más allá. Margaret Thatcher, la Dama de Hierro, se topó con la Reina del Desastre, una señora que logró lo que ni la más creativa comedia británica: hacer del Perú un país donde la delincuencia cobra impuestos y la presidenta canta mientras se hunde el barco.
Desde La Caja Negra, el Capibara. Reportando desde la eternidad… donde Margaret Thatcher está considerando seriamente enviarle a Dina Boluarte un reloj… pero esta vez, con cuenta regresiva.
Porque en este país… el tiempo también está prestado.