Feliz día, pero solo para los que trabajan de verdad

Hoy celebramos a quienes madrugan, aguantan, sudan y regresan a casa con la ropa sucia y el alma limpia. A los que cobran tarde, mal y nunca, pero aún así dan la cara.

Pero también, como ya es costumbre en el Perú, algunos personajes intentan colarse en la fiesta. Gente que cree que por tener un cargo público ya están autorizados a llamarse “trabajadores”.
¡Por favor!, ¡Un poco de decoro!.

Hoy no saludamos a Dina Boluarte, ni a sus ministros itinerantes, ni a los congresistas con más viáticos que neuronas, ni a los funcionarios que no trabajan pero sí cobran como CEOs suizos.
No, señores. Este no es su día.

Vamos por partes, como corresponde:
A los obreros de construcción que almuerzan en la vereda con una botella de refresco caliente y siguen trabajando sin sombra: feliz día.
A los congresistas que trabajan un par de horas a la semana y el resto del tiempo están de viaje, de escándalo o de amarre político: circulen, este no es su día.
A la señora del mercado que está desde las 4 de la mañana con el mismo delantal de hace tres años: feliz día.
A los ministros que no saben ni los nombres de sus viceministros, pero sí saben cómo facturar consultorías y esconder relojes de lujo: mejor ni saluden.
A los jóvenes que hacen delivery, esquivando robos y huecos con la misma destreza: feliz día.
A los asesores fantasmas, a los operadores de partidos y a los hijos, sobrinos y entenados que se enchufan en el Estado por “confianza”: cambien de canal, hoy no les toca.
A los médicos de hospital público que con suerte tienen guantes y paracetamol: feliz día.
A los gerentes públicos que no pisan un centro de salud desde el 2002, pero que firman directivas desde su oficina con aire acondicionado: gracias, pero no.

Este es el día de los que se ganan el pan, no de los que se sirven la torta.
No es para los que hablan de “sacrificio público” mientras se aferran al poder con uñas y dientes. Ni para los que dicen representar al pueblo pero no conocen ni el paradero más cercano.

Tampoco es para los delincuentes de saco fino, los lavadores de activos con sonrisa de exportación, ni los plíticos con logo y campaña.
Trabajar no es estafar. Trabajar no es delinquir. Trabajar no es figurar.

Hoy, más que un saludo, hacemos un acto de justicia simbólica:
El Día del Trabajo es para quienes producen valor, no para quienes lo parasitan.

Así que si usted, congresista, ministra, presidenta o burócrata de escritorio, se siente aludido, tranquilo: no es personal, es estructural.
Su saludo se ha sido rechazado por falta de sustento laboral.

Hoy abrazamos a los que chambean de verdad.
A los que hacen patria con esfuerzo, no con discurso.
A los que luchan para vivir, no para figurar.

Feliz día a ustedes, los imprescindibles.
Y a los demás… feliz feriado. Vayan a descansar de tanto no hacer nada.

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