Jorge Chávez: funcionarios inútiles y empresa intocable

El nuevo aeropuerto Jorge Chávez debía ser el “hub del Pacífico Sur”. Hoy es solo la más reciente vergüenza nacional con fachada de obra. Un terminal prometido desde 2018 que sigue sin aparecer, retrasado sin pudor por una concesionaria incapaz e intocable (LAP), un Estado servil, y una clase política y empresarial más interesada en viajar que en hacer despegar al país.

Nos dijeron que estaría listo en 2023. Luego en 2024. Después 2025. Ahora. Y si seguimos al ritmo habitual de la incompetencia, quizás para el Bicentenario del Bicentenario. Pero nadie asume responsabilidad. Nadie se sonroja. Nadie se va. Porque en el Perú, el que incumple, cobra; el que miente, gana; y el que fiscaliza, duerme.

Dina Boluarte: presidenta de los retrasos programados
No ha dicho una sola palabra contundente sobre el retraso del aeropuerto más importante del país. Pero sí ha tenido tiempo para viajar con su Rolex prestado, inaugurar postes de luz y fingir estabilidad institucional mientras el país entero se cae a pedazos. Dina no exige. Dina no fiscaliza. Dina permite. Y eso la convierte en cómplice.

Ministerio de Transportes: operador logístico de la mediocridad
¿Alguien sabe qué hace el MTC, además de cambiar de ministro cada seis meses y firmar adendas que favorecen a privados?. Este ministerio debería velar por el avance de obras estratégicas, pero en lugar de eso, parece una oficina de trámites para concesionarias multimillonarias que hacen lo que les da la gana. ¿El aeropuerto está retrasado tres años?. Tranquilos. El MTC le da un aplauso, una adenda, y si se portan bien, una medalla.

Ositran: el regulador decorativo
OSITRAN es la entidad que debería supervisar que LAP cumpla sus obligaciones. Pero aquí entre nos, OSITRAN hace menos que un cono de tránsito en un desfile. No ha emitido sanción significativa, no ha exigido plazos reales, no ha transparentado nada. ¿Por qué?. Porque no regulan, simulan. Y la simulación institucional es más peligrosa que la corrupción: legitima el abuso.

Congreso: expertos en mirar a otro lado
130 congresistas y ni uno solo ha planteado interpelación o fiscalización real sobre este caso. ¿Por qué?. Porque también viajan. También usan el aeropuerto. También se benefician del silencio. Están muy ocupados blindando a sus socios, nombrando amigos y promoviendo leyes para sus intereses como para preocuparse por un terminal aéreo que no les genera rédito directo.

Contraloría General de la República: un espectador de lujo
La Contraloría tiene acceso a toda la información del proyecto. Pero ha sido más tibia que cafetera rota. ¿Dónde están los informes contundentes?. ¿Dónde están las sanciones por negligencia, las denuncias por incumplimiento?.
Si no pueden ejercer control, que se rebauticen: Observaduría General del Perú.

Indecopi: defensor del consumidor en modo avión
Y qué decir de Indecopi, ese organismo que existe solo cuando una aerolínea se retrasa 20 minutos o una pastilla no cumple con el etiquetado. ¿Pero ante una obra multimillonaria, paralizada, sobrevalorada y sin cronograma firme?. Silencio. Cobardía institucional. Servilismo.

Y en el centro del desastre: Lima Airport Partners (LAP)
LAP es la reina absoluta del desparpajo. Una empresa que firmó contrato, prometió infraestructura, recibió territorio… y hoy administra el caos como si fuera parte del modelo de negocio. Nos vendieron humo, cronogramas de cartón, infografías brillantes, y un render de aeropuerto que ya debería estar operando. ¿Qué entregaron?. Una pista. Una torre. Y una excusa nueva cada semestre. Peor aún: LAP no ha sido multada, sancionada, ni penalizada en lo más mínimo.

En el Perú, si incumples tu contrato, te premian con otra adenda. LAP actúa como si el aeropuerto fuera suyo, no una concesión del Estado peruano. Y gracias al silencio de nuestras autoridades.

La ampliación del Jorge Chávez es una vergüenza de proporciones continentales. Pero no es un accidente. Es un sistema. Un sistema en el que la empresa privada hace lo que quiere. El Estado aplaude. El Congreso calla. La Contraloría observa. Indecopi se esconde. Y la presidenta viaja. ¿Quién paga? Tú. Siempre tú.

Así que la próxima vez que estés dos horas en una fila en el aeropuerto, la próxima vez que tu vuelo se demore porque no hay espacio, la próxima vez que escuches que el terminal estará listo “el próximo año”… recuerda esto: no es un problema técnico. Es una estafa con licencia legal.

Y si seguimos aceptándolo en silencio, el Jorge Chávez será eterno. Pero no por su gloria… sino por su ruina.

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