Por Edwin Gamboa, Fundador Caja Negra
Cuando el valor de mercado no cuenta toda la historia. El Mundial de Clubes 2025 se perfila como el evento futbolístico más ambicioso de la FIFA: 32 equipos de seis continentes, millones de espectadores, y un desfile de estrellas valoradas en cifras estratosféricas. Pero en medio de este espectáculo de lujo, una paradoja se impone: el jugador más influyente del torneo, Lionel Messi, también es uno de los menos cotizados según el mercado y en comparación con las superestrellas del fútbol mundial.
Mientras jóvenes como Haaland, Vinícius o Bellingham superan los 200 millones de euros en valor estimado, Messi figura con apenas 20 millones. La pregunta no es solo por qué, sino qué significa esto para el fútbol moderno y su lógica cada vez más dominada por cifras, algoritmos y contratos.
Estrellas de lujo y el contraste Messi
El informe publicado por Transfermarkt y citado por medios internacionales muestra que los futbolistas más valiosos del Mundial de Clubes 2025 son, en su mayoría, talentos jóvenes consolidados en clubes europeos:
Erling Haaland (Manchester City): 225 millones de euros
Vinícius Júnior (Real Madrid): 225 millones
Jude Bellingham (Real Madrid): 202.5 millones
Kylian Mbappé (PSG): 191.3 millones
Jamal Musiala (Bayern Múnich): 157.5 millones
Estos jugadores no solo destacan por su talento, sino también por su edad, impacto comercial, proyección internacional y atractivo para las marcas globales. En contraste, Lionel Messi —campeón del mundo en 2022, ganador de siete Balones de Oro y actual jugador del Inter Miami— tiene un valor de apenas 20 millones de euros, una cifra muy por debajo de los estándares actuales.
El motivo es evidente: edad, curva descendente de carrera, y menor exposición en el mercado europeo. Pero lo curioso es que, pese a ese valor económico menor, Messi sigue siendo el nombre más poderoso e influyente del torneo.
En ese contexto, no son pocos quienes señalan que fue un error dejar el FC Barcelona, el club donde forjó su leyenda, para pasar por el PSG —donde el proyecto deportivo nunca encontró cohesión— y finalmente aterrizar en la MLS, una liga aún lejana del nivel competitivo de Europa. Messi no se merecía un final en un fútbol sin calidad ni exigencia real, como es el estadounidense. Su decisión comercial y familiar es entendible, pero deja una sensación agridulce para quienes lo vieron brillar en las noches grandes de Champions.
Más que cifras: una radiografía de las desigualdades en el fútbol
La presencia de Messi en esta lista no debe leerse como la de un jugador fuera de competencia. Al contrario: representa la transición entre dos eras del fútbol. Una, marcada por la gloria deportiva y el respeto ganado durante dos décadas. La otra, dominada por la juventud, la inmediatez y la valoración constante en cifras.
Este fenómeno también revela una dimensión más amplia del fútbol moderno: la creciente desigualdad entre regiones, clubes y jugadores. Los clubes con más dinero concentran el talento más costoso. Las ligas más débiles exportan jugadores pero no capital. Y el mercado dicta quién vale más, incluso si su impacto social y cultural es mucho menor.
El más influyente, el menos cotizado
Lionel Messi ya no lidera las listas de los más caros. Pero sigue liderando el mundo del fútbol. Ningún otro jugador del torneo genera el mismo magnetismo global, la misma capacidad de emocionar o inspirar. Y sin embargo, su valor en el mercado es hoy diez veces menor al de jugadores que aún no han escrito ni la mitad de su historia.
El Mundial de Clubes 2025 será una vitrina de cifras, pero también una oportunidad para hacer memoria y valorar lo intangible. Porque en el fútbol —como en la vida— no todo lo que importa se cotiza. Y no todo lo que se cotiza, deja huella.
Messi hoy representa esa verdad con claridad: el jugador más influyente del torneo, y también el menos cotizado. Un símbolo perfecto del fútbol global que hemos construido. Y del que aún tenemos la oportunidad de repensar.