Carta Notarial:Boluarte pretende silenciar a su cirujano plástico

Por Edwin Gamboa, Fundador Caja Negra
Mientras el Perú clama por soluciones, seguridad y liderazgo, desde Palacio de Gobierno lo que llega es una carta notarial. Sí, una carta firmada por la mismísima presidenta Dina Boluarte, no para atender una crisis nacional, sino para exigirle a su cirujano plástico que no hable. Porque en medio del colapso institucional, lo que realmente le quita el sueño a la mandataria no es la inseguridad, la pobreza o la corrupción, sino que alguien revele detalles de su operación de nariz.

El escándalo, que ya parece una tragicomedia institucional, dio un nuevo giro cuando el congresista Juan Burgos, presidente de la Comisión de Fiscalización, confirmó que Mario Cabani, el cirujano plástico de la presidenta, recibió una carta notarial firmada por Boluarte. ¿La razón?. Pedirle expresamente que deje de declarar ante el Congreso sobre las intervenciones quirúrgicas a las que ella se sometió en 2023.

Es decir, el país está en cuidados intensivos y la presidenta manda advertencias legales para preservar el secreto de su bisturí. La paradoja es grotesca: mientras los hospitales públicos colapsan, el Estado se moviliza no para salvar vidas, sino para preservar la vanidad presidencial. Y por si fuera poco, lo hace usando el poder y los recursos de su investidura.

El médico, que ya había brindado declaraciones tanto en el Congreso como en la Fiscalía de la Nación —tras obtener una autorización judicial—, dejó en claro que la mayoría de intervenciones fueron estéticas. Pero ahora, al más puro estilo de los regímenes autoritarios, la mandataria intenta controlar lo que se dice sobre su gestión… quirúrgica.

El Congreso, por su parte, ha reiterado la citación a Cabani para el 28 de mayo. Pero el gesto ya está contaminado. ¿Puede Dina Boluartes enviar una carta notarial desde Palacio para callar a un testigo en una investigación en curso?. ¿No se configura aquí una presión indebida, una obstrucción elegante, un bisturí institucional?. Al parecer, para Dina Boluarte, el secreto profesional es más sagrado que el interés público.

Y mientras tanto, ella sigue en modo negación: negando cirugías, negando vínculos con joyas, negando que el país esté gobernado desde la pasarela. Todo esto con 2% de aprobación y un entorno que prefiere blindarla antes que enfrentar la realidad. Porque cuando ya no puedes gobernar con hechos, siempre puedes mandar cartas.

La carta notarial de Dina Boluarte no es un episodio aislado. Es el reflejo exacto de una presidencia más preocupada por el silencio que por la transparencia, por el espejo que por el país. En vez de responder por su gestión, responde con abogados. En vez de enfrentar al Congreso, intimida testigos. En vez de liderar, se esconde.

La democracia no se defiende con bisturí ni con papelería legal. Se defiende con rendición de cuentas. Y cuando la presidenta dedica más energía a callar a su cirujano que a gobernar un país en crisis, el verdadero diagnóstico es evidente: el Perú no tiene una presidenta con poder, tiene una paciente con poder mal utilizado.

Y así, mientras la carta notarial intenta tapar lo evidente, el país sigue respirando por cuenta propia. Sin oxígeno, sin dirección y con una jefa de Estado más preocupada por su nariz que por su nación.

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