Cobros indebidos en la Escuela Superior de Guerra del Ejército

Por Edwin Gamboa, Fundador Caja Negra
En un país donde ya nada sorprende, ahora resulta que incluso el honor militar se puede canjear por S/ 40 y unas vacaciones. Las denuncias recientes contra la Escuela Superior de Guerra del Ejército (ESGE) parecen una parodia mal escrita, pero no lo son. Son la confirmación de que la corrupción en el Perú no discrimina ni uniformes ni grados. Porque en la ESGE, si no pagabas la «cuota voluntaria obligatoria», no solo te bajaban la nota: te bajaban el alma.

La denuncia presentada el 16 de abril ante el Fuero Militar Policial, y revelada por Perú21, estremece por su nivel de desvergüenza. Se acusa al director de la ESGE, general EP Juan Valverde, y a varios oficiales más de exigir cuotas de S/ 40 a cada uno de los 200 alumnos de las maestrías XII y XIII. Un monto que, multiplicado, suma S/ 8,000 mensuales. Y eso que ya tenían un presupuesto de más de S/ 70,000 para mantenimiento, según el propio reporte de ejecución institucional.

¿El destino del dinero?. Aquí es donde la historia se vuelve digna de Netflix: los alumnos afirman que los pagos iban a parar directamente a las cuentas personales de dos mayores, Alan Salomé Hinostroza y Dickson Tocto Jaimes. Algunos usaban Yape, otros entregaban el dinero en sobre cerrado. Lo importante era cumplir. Porque el que no pagaba era sancionado, castigado y expuesto a turnos extenuantes. El que cumplía, en cambio, era premiado con vacaciones. ¡Y hasta 28 días libres por pagar puntual! Honor, disciplina y liderazgo… con voucher.

Lo más perturbador es que no se trataba de una colecta entre camaradas. Era una orden no escrita, reforzada por la amenaza y la represalia. Chats internos, a los que accedió el medio, confirman que los permisos para salir dependían del «voucher» o el «sobre». Si no pagabas, no había papeleta. Si alguien se atrasaba, los directivos lo mencionaban en el grupo de WhatsApp como si fueran cobradores de combi. “Solo tres promociones han cumplido con los S/ 40”, reclamaba uno de los oficiales.

Mientras tanto, la versión oficial del Ejército es un ejercicio de contorsionismo verbal. El general Fernando Uribe, jefe de la Dirección de Informaciones del Ejército, asegura que no hubo cobros. Que fue una «decisión autónoma» de los alumnos para «mantener los ambientes». Y que los directivos no recibieron ni un sol. Pero los chats, los vouchers y los testimonios contradicen esa versión con brutal claridad.

Si la institución castrense cree que lavar el uniforme basta para limpiar el deshonor, está profundamente equivocada. ¿Qué clase de liderazgo se cultiva en una escuela donde la obediencia se compra y la disidencia se castiga con turnos extenuantes? ¿Qué valores se enseñan cuando los oficiales cobran por mantener aulas que ya tienen presupuesto?

En la ESGE no se entonaba el himno nacional. Se pasaba la voz del Yape. Y eso no solo es una burla a los valores militares: es una advertencia a todo el país. Cuando la formación de los futuros líderes del Ejército se contamina con cobros informales, chantajes y beneficios selectivos, no estamos ante una anécdota. Estamos ante una falla estructural.

El caso está ahora en manos del Fuero Militar Policial y del Ministerio Público. Que caiga quien tenga que caer. Pero que esta vez no se limpie la casa con la escoba de siempre: el silencio. Porque si los cadetes de hoy aprenden que todo se puede comprar, entonces el país de mañana tendrá generales que aprendieron a obedecer… al dinero.

Y así, en esta versión militar del «paga para ganar», queda claro que en el Perú, hasta el honor tiene tarifa.

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