Por Edwin Gamboa, Fundador Caja Negra
La FIFA prometió un Mundial de Clubes renovado, espectacular y verdaderamente global. Pero a medida que se acerca el torneo de 2025, con sede en Estados Unidos, la ilusión empieza a resquebrajarse. ¿El motivo? Una paradoja que no puede pasarse por alto: algunos de los clubes más representativos, competitivos y mediáticos del planeta –como Liverpool, FC Barcelona o Al Nassr de Cristiano Ronaldo– no participarán. ¿Qué clase de Mundial de Clubes deja fuera a quienes mejor encarnan la palabra “club”?.
La respuesta está en una maraña de criterios burocráticos, topes arbitrarios y una fórmula de clasificación que parece diseñada para cumplir con cuotas políticas antes que con el espectáculo deportivo. Otra muestra de que la FIFA, lejos de corregir sus errores del pasado, los está institucionalizando.
Liverpool: penalizado por ser inglés y competitivo
Que el Liverpool, octavo en el ránking global de clubes de la FIFA durante el periodo clasificatorio, quede fuera del Mundial de Clubes es difícil de justificar con lógica deportiva. El problema: Inglaterra ya tenía dos representantes —Chelsea y Manchester City—, y el reglamento no permite más de dos clubes por país, aunque estén entre los mejores del planeta.
Se premia la nacionalidad, no el rendimiento. Se castiga la excelencia en lugar de promoverla. ¿Cómo puede una organización que dice buscar “el crecimiento global del fútbol” penalizar al club que más finales europeas ha disputado en los últimos años?
FC Barcelona: sin cupo, sin explicación coherente
La exclusión del FC Barcelona tampoco puede explicarse desde el mérito deportivo o el impacto global. Pese a su historial, su base de fans, su valor comercial y el surgimiento de talentos como Lamine Yamal, el club quedó fuera porque no fue campeón de Champions en el periodo 2021-2024 y fue superado en el ránking UEFA por el Atlético de Madrid.
Así, uno de los equipos más seguidos del planeta, con más de 450 millones de seguidores en redes, no estará en el torneo. ¿Qué clase de lógica excluye a un club que define tendencias, moviliza audiencias y representa uno de los estilos futbolísticos más reconocibles del siglo XXI?
Al Nassr: el espectáculo que no interesa a la FIFA
Cristiano Ronaldo, el atleta más seguido del planeta, tampoco estará en el Mundial de Clubes. Su equipo, Al Nassr, no ganó la Champions asiática ni logró estar entre los primeros del ránking continental. Hasta ahí, los números cuadran. Pero si la FIFA ha promovido una expansión del fútbol en Asia y Oriente Medio con tanto entusiasmo –llegando incluso a aliarse con el gobierno saudí para eventos futuros–, ¿cómo se entiende que su club insignia no tenga cabida?.
La FIFA habla de expansión, pero excluye lo que no encaja en su diseño preestablecido. Habla de meritocracia, pero se amarra a normas que ignoran el sentido común. Es como si quisiera un Mundial global… pero sin estrellas incómodas.
La FIFA: entre el populismo de cuotas y la miopía deportiva
Lo que queda claro es que el Mundial de Clubes 2025 será el reflejo de las contradicciones más profundas de la FIFA. Por un lado, quiere parecer justa, repartiendo cupos por continente para promover equidad. Pero por otro lado, construye un torneo que no incluye a quienes realmente elevan el nivel competitivo, narrativo y mediático del fútbol global.
¿Se imaginan una Copa del Mundo sin Brasil o Alemania por “criterios de rotación”? Pues eso es exactamente lo que la FIFA está haciendo con los clubes.
El resultado no es un torneo de élite. Es una mezcla desequilibrada de representaciones políticas, ligas en expansión y omisiones imperdonables. Una vitrina con muchas banderas, pero sin todos los ídolos.
Conclusión: el fútbol merece algo mejor que esto
La FIFA ha perdido, otra vez, la oportunidad de liderar con inteligencia. Su Mundial de Clubes 2025 será millonario, sí. Pero incompleto. Será global en número, pero no en calidad. Será histórico, pero por las ausencias.
Porque un torneo sin Liverpool, sin Barcelona y sin Cristiano Ronaldo no puede pretender representar al mundo del fútbol. La FIFA insiste en que sus decisiones promueven el desarrollo. Pero cuando las reglas castigan a los que más aportan, el desarrollo se vuelve simulacro.
Si el Mundial de Clubes quiere sobrevivir más allá de su primera edición, deberá reformular sus criterios, respetar el mérito y entender que el fútbol no puede medirse solo con hojas de Excel. El verdadero Mundial de Clubes se construye con los que hacen historia… no con los que encajan mejor en un reglamento mal diseñado.