Por Edwin Gamboa, fundador Caja Negra
En el Perú, donde la desigualdad ya no es noticia sino costumbre, el Ministerio de Educación ha decidido transformar el abandono estatal en una estrategia con nombre de campaña emotiva: «Abraza tu cole». Bajo esta consigna, el ministro Morgan Quero propone que los padres de familia y comerciantes donen recursos y hasta su tiempo para reparar escuelas públicas. En un país con más de 43 mil colegios en condiciones precarias, el Estado ha optado por ceder su responsabilidad y colocarla sobre los hombros de comunidades agotadas. No hay política de infraestructura, hay colecta vecinal. No hay inversión sostenida, hay caridad improvisada. La educación se convierte así en una cadena de favores, no en un derecho garantizado por el Estado.
«A lo mejor podemos recibir un donativo», dijo el ministro en Carabayllo, como si el sostenimiento del sistema educativo fuera un bingo comunitario. La estrategia «Abraza tu cole» no solo incluye la posibilidad de aportes económicos, sino también la participación de padres de familia con «mano de obra». Es decir, mientras el Gobierno destina recursos a otros fines, se espera que los ciudadanos tapen los huecos en los techos escolares con sus propias manos. Y si pueden, también con su bolsillo.
No es una exageración. La Resolución Ministerial que respalda esta estrategia indica que se financiará «principalmente con cargo a las donaciones del sector privado». Ese «sector privado» incluye a los propios vecinos, comerciantes y exalumnos, convertidos en parches humanos de un sistema colapsado. El Gobierno no niega el desastre; simplemente lo terceriza.
De los casi 28 mil colegios en «muy mal estado», muchos corren riesgo de derrumbe. Otros 15 mil están en mal estado, sin acceso a agua, luz o infraestructura adecuada. Pero el plan del Minedu no contempla soluciones estructurales ni reconstrucción masiva. Su enfoque es cosmético: reparar una cerradura, pintar una pared, poner una pizarra. Todo lo que no implique una inversión sustancial queda delegado a la buena voluntad del barrio.
El colmo es que la estrategia ni siquiera aplica a los colegios más afectados. Los requisitos del programa excluyen a escuelas con riesgo de derrumbe, las que necesitan sustitución o refuerzo estructural, o aquellas que han recibido algo más de 3,000 soles en mantenimiento. Es decir, «Abraza tu cole» está diseñado para atender apenas a un segmento mínimo, siempre y cuando la comunidad quiera o pueda asumir los costos que el Estado se niega a enfrentar.
Y en medio de este escenario, el mismo ministro Morgan Quero que pide a las familias que donen pintura, clavos y tiempo, aprobó una transferencia de más de 13 millones de soles a EA Sports para la organización de un campeonato de videojuegos en Lima. La incongruencia es grotesca: no hay presupuesto para ventanas en las aulas, pero sí para patrocinar e-games. La brecha no es solo de infraestructura, es de prioridades.
En términos simples: el Gobierno ha normalizado la precariedad como modelo de gestión. Mientras se blindan a funcionarios investigados y se niegan recursos a reformas estructurales, se convierte a los ciudadanos en obreros gratuitos del Estado. Y se hace con una sonrisa institucional, con logos de campaña, con discursos que hablan de «fuerzas vivas» cuando en realidad se trata de una población sobreviviente.
«Abraza tu cole» no es una estrategia de participación ciudadana: es una declaración de incompetencia estatal. Es el reconocimiento implícito de que el Estado ha tirado la toalla en materia educativa. Que un ministro de Educación proponga que la solución a la crisis estructural sea la solidaridad vecinal no es una política pública: es un acto de abandono con nombre bonito. Y si permitimos que eso se normalice, habremos aceptado que en el Perú la educación ya no se construye con derechos, sino con rifas y voluntariado forzado.