Colombia vs Perú: crónica de una muerte anunciada

Por Edwin Gamboa, fundador Caja Negra

Si ganamos, será un accidente. Si empatamos, será histórico. Si perdemos, será normal.
La fe, el milagro y la calculadora científica. Perú no juega fútbol: conjura. Cada jornada de Eliminatorias es un acto de fe colectiva donde millones en el país se arrodillan ante el Señor de los Milagros. Mientras Colombia planea, nosotros soñamos. Y mientras ellos hacen goles, nosotros contamos puntos… que nunca llegan. Lo más triste no es que Perú tenga menos puntos que goles, sino que nuestra figura estelar siga siendo una calculadora Casio, esa que desempolvamos cada cuatro años para hacer nuestros cálculos matemáticos para ver nuestra posibilidades de clasificación.

En este partido no hay comparación. Colombia llega con una nómina millonaria y moderna, como un smartphone recién salido de fábrica. Perú, en cambio, juega con el modo ahorro activado, como un Nokia de los 90 con linterna incluida. Los números son crueles: el plantel colombiano está valorizado en €315,5 millones, según Transfermarkt, mientras el peruano alcanza los €31,4 millones… y eso con buena voluntad.

Luis Díaz vale €70 millones, dos veces más que la selección entera de Perú. ¿Y nosotros?. Nuestra joya de ataque sigue siendo Paolo “Matusalén” Guerrero, que más que delantero parece embajador vitalicio del recuerdo. Tiene 41 años y su valor en el mercado es de €75 mil… menos que un departamento de segunda mano. Y aun así es titular.

Colombia no solo tiene buenos nombres, tiene juego. Ya no depende de una sola figura; es un equipo. Juega compacto, sabe atacar y no necesita que el árbitro regale penales para ganar. En cambio, Perú juega a la ruleta rusa: si el rival se duerme, empatamos. Si no, perdemos como siempre.

Ah, y no olvidemos el show en la banca. Perú ha tenido más técnicos que goles en esta eliminatoria. Primero Reynoso, luego Fossati por unos meses, después el debutante Ibañez… Lo que más ha rotado en esta selección no son los sistemas tácticos, sino las excusas. No hay proceso, no hay renovación, no hay idea. Solo hay fe y esperanza de un milagro.

Y ni hablar del medio campo, donde seguimos creyendo que correr mucho es sinónimo de jugar bien. Mientras Colombia mueve la pelota con elegancia, Perú la patea como si le debiera plata. La transición ofensiva de Perú es tan rápida como el internet del tren eléctrico. Y nuestra defensa… es una bonita invitación al gol ajeno.

Conclusión: Si ganamos, será un accidente. Si empatamos, será histórico. Si perdemos, será normal. Colombia llega al partido sabiendo que, si gana, pisa con fuerza la zona de clasificación directa. Perú, en cambio, llega esperando no salir goleado y, si se puede, buscar un empate milagroso.

En resumen: Colombia juega fútbol; Perú juega con la ilusión nacional. Ellos miran a Estados Unidos, México y Canadá como destino. Nosotros miramos la tabla, el fixture, la calculadora… y seguimos esperando el milagro. Como siempre.

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