Entrevista: Lucifer “El Congreso es mi mejor sede territorial”

Por Capibara: periodista silvestre, libre y sin dueño
Entrevista exclusiva desde las entradas del inframundo, en una lujosa sala climatizada con fuego eterno, alfombrada con hojas de vida falsas y adornada con cuadros de políticos en campaña, me recibe Lucifer. El mismísimo. No necesita presentación. Está cómodo, eufórico, hasta orgulloso. ¿El motivo?. Ha encontrado un nuevo bastión para sus operaciones: el Congreso del Perú.

“Querido Capibara, entre todos mis dominios, desde Sodoma hasta Silicon Valley, ninguno ha igualado el nivel de descaro, hipocresía y miseria moral que encontró en ese hermoso recinto de la avenida Abancay”, me dice mientras sirve whisky en un vaso que antes fue urna electoral.

Con ustedes, la conversación más satírica, cínica y reveladora de los últimos siglos.

Capibara:
Señor del mal, arquitecto del caos, enemigo de la luz… ¿cómo describiría al Congreso del Perú?.

Lucifer:
Ah, mi mayor orgullo. Mira, yo inventé el pecado, pero ellos lo convirtieron en política de Estado. Son como franquiciados de mi marca. Cada día en el Congreso peruano es como un congreso satánico, pero con más improvisación y menos coherencia.
Tienen todo: traición, cinismo, violencia verbal, ignorancia a tiempo completo… ¡y eso que algunos creen que legislan!. Te lo digo con certeza: el Congreso peruano no es una sede legislativa, es mi mejor sede territorial .

Capibara:
¿Y qué fue lo que más le impresionó?.

Lucifer:
El talento para destruirlo todo… sin mover un dedo. Son capaces de paralizar reformas, proteger a personajes de dudosa reputación, censurar ministros por deporte, y aún así aparecer en televisión diciendo “lo hacemos por el pueblo”. ¡Eso es arte diabólico!. Además, manejan el presupuesto como si fuera caja chica de campaña. Y lo mejor: lo hacen creyendo que nadie se da cuenta. Pero todos se dan cuenta… y aún así los reeligen. ¿No es hermoso?.

Capibara:
Se rumorea que tienen un bunker exclusivo en el infierno…

Lucifer:
¡Y con razón!. Les hice una suite infernal: con vista al río de lava tributaria, rodeada de paredes que repiten en bucle los reclamos ciudadanos. Entran con alfombra roja, a ritmo de marinera y escoltados por demonios disfrazados de asesores parlamentarios.
Incluso diseñó una zona VIP: “El Salón de los Blindajes Eternos”. Ahí se relajan mientras ven los informes de fiscalización que jamás leyeron.

Capibara:
¿Hay criterios para que un congresista acceda a esa zona?

Lucifer:
Claro que sí. No nadie entra al infierno de gala. Para calificar deben cumplir al menos tres de los siguientes pecados mayores:

Aprobar leyes que benefician a sus amigos o negocios turbios.
Tener denuncias que huelen a podrido pero siempre se “archivan”.
Dormirse en el pleno y despertar sólo para votar contra el país.
Repartir dádivas con fondos públicos mientras predican moral.
Y por supuesto, salir por televisión diciendo “estamos trabajando”.
Los que cumplen los cinco… reciben la medalla de “Honor Satánico al Mérito Legislativo”.

Capibara:
¿Intentaron sobornarlo alguna vez?.

Lucifer:
¿Una vez?. ¡Docenas! Vienen con fajos de billetes, credenciales diplomáticas, promesas de leyes infernales… Uno me ofreció cambiar el infierno por un curul en Lima. Otro me dijo: “Lucifer, si me salvas, te llevo una bancada”.

Capibara:
¿Y qué piensa de los “congresistas moralistas”?.

Lucifer:
¡Eso me alimenta!. Son la mejor comedia negra que jamás he visto. Se escudan en la religión, la patria o la familia, pero desvalijan con la misma devoción.
Se hacen los indignados mientras le pasan la mano a cualquier perverso que les garantice una comisión. Les encanta hablar de principios… mientras firman contratos oscuros en reservados restaurantes de lujo.

Capibara:
¿Cómo es el recibo cuando llegan aquí?.

Lucifer:
Una verdadera gala. El infierno se pone de gala: desfiles de trajes de impunidad, discursos de bienvenida a cargo de los grandes maestros del mal como Stalin, Pinochet y algún expresidente peruano.

Capibara:
¿Un mensaje final al pueblo peruano?

Lucifer:
Con todo el cariño infernal: «Peruanos, no dejen de quejarse. Sigan indignados, marchen, griten… pero luego voten por el mismo congresista. Yo les agradezco, me han dado tanto material que Netflix ya me pidió los derechos». Cada vez que eligen un impresentable, me regalan otra joya para mi colección.
Y recuerden: que la nueva sede del infierno está en Lima, con 130 curules y mucho aire acondicionado.

Lucifer no necesita tentar a los congresistas peruanos. Ellos ya están en el infierno por méritos propios. El Parlamento se ha convertido en el teatro más grotesco de nuestra democracia: un lugar donde los aplausos son para el cinismo, los discursos para la hipocresía, y los aplausos… para el mal.

Desde este despacho humeante, con olor a azufre, coimas y oportunismo electoral, me despido. Soy Capibara, periodista silvestre, libre y sin dueño.
Mientras ustedes siguen esperando reformas… Lucifer se sigue riendo.

Nos vemos en la próxima edición de La Caja Negra , si es que el Congreso no la censura primero.

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