¿Por qué no se vende cerveza en los estadios del Perú?

En el Perú, la gestión del fútbol se ha vuelto una tragicomedia de miedo e improvisación. El debate sobre la venta de cerveza en los estadios desnuda la falta de liderazgo y la cultura institucional de prohibir antes que organizar. Mientras en otros países se regula y se convive con éxito, aquí reina la hipocresía y la parálisis. La pelota está en las autoridades políticas, deportivas y en todos los actores del fútbol peruano. El momento de decidir es ahora.

Cuando el miedo le gana a la inteligencia
La prohibición de la venta de cerveza en los estadios no responde a razones técnicas ni a estudios serios. Es miedo puro: miedo a asumir responsabilidades, miedo a organizar y planificar, miedo a innovar. El Estado (IPD), los clubes y la Policía han optado por castigar al hincha en lugar de educar y construir cultura.

Mientras tanto, los estadios —construidos con dinero público— se alquilan para conciertos musicales donde el alcohol corre sin restricciones y el negocio florece. El fútbol, en cambio, sigue estigmatizado: controles excesivos, sospecha permanente y castigos desproporcionados.

¿El resultado?. Un espectáculo musical sí, el fútbol no. El IPD prefieren entregar los estadios a promotores de espectáculos musicales antes que trabajar por condiciones dignas para los clubes y los hinchas. Y el Instituto Peruano del Deporte (IPD), que debería ser promotor del deporte, se ha convertido en inmobiliaria de eventos privados.

El falso dilema de la seguridad
Se dice que vender cerveza en los estadios aumentaría el riesgo de violencia. Sin embargo, la experiencia internacional demuestra todo lo contrario: es más seguro y controlable vender cerveza dentro del estadio, con reglas claras y personal capacitado, que permitir el desborde en las calles y alrededores.

En Perú, grandes clubes como Universitario y Alianza Lima juegan de local en sus estadios, con una sola hinchada, lo que hace mucho más viable un modelo de venta responsable, con menos riesgo de enfrentamientos. Lo peligroso es lo que pasa afuera: la venta informal de alcohol en plena vía pública, sin vigilancia ni seguridad, donde el descontrol es la norma.

Una oportunidad que el país desperdicia
Permitir la venta regulada de cerveza en los estadios no es una amenaza, es una oportunidad:

 Ingresos directos para los clubes, destinados a infraestructura, divisiones menores y profesionalización.
 Patrocinios poderosos de marcas cerveceras, fortaleciendo todo el ecosistema del deporte nacional.
 Más empleo formal: desde vendedores hasta personal de seguridad y limpieza.
 Menos informalidad y más seguridad, al reducir la venta callejera y clandestina.
 Mejor experiencia para el hincha, que pide respeto y dignidad.

En países como Inglaterra, Alemania, México, Brasil, Colombia y Estados Unidos, esto ya es realidad. Lo que falta aquí es voluntad política y liderazgo. Por eso, la pelota está en manos de quienes deben decidir y coordinar.

Seguridad con estrategia, no con prohibiciones vacías
Nadie pide barra libre ni impunidad. Se exige regulación, planificación y responsabilidad:

 Límites claros de venta por persona.
 Puntos oficiales y vigilados dentro del estadio.
 Personal capacitado para frenar abusos.
 Zonas definidas para el consumo.
 Coordinación entre clubes, Policía y municipalidades.

Todo esto es viable. Lo que falta es que las autoridades, los clubes y la sociedad asuman su parte. La pelota está en la cancha de quienes deben decidir.

Coordinación, compromiso y coraje
El IPD, la Policía Nacional, los gobiernos locales, el Ministerio del Interior, la federación, los clubes, el Congreso y el Ministerio Público deben dejar de actuar como islas aisladas. Es hora de sentarse, dialogar y coordinar. Del otro lado, los hinchas también deben comprometerse con una cultura de respeto y responsabilidad. La cerveza no es el enemigo. El problema es el Estado y las autoridades que prefieren gobernar desde el miedo y la improvisación en vez de planificar con sentido común.

El fútbol peruano merece respeto, no estigmas.
El hincha merece dignidad, no sospecha.
Los estadios deben ser para el deporte, no solo para el negocio musical.
Y la autoridades deben dejar de ser espectadores y pasar a ser líderes.

La pelota está con las autoridades. Basta de hipocresía. Cerveza sí, pero con reglas.
El Perú debe dejar de gobernar desde el miedo y empezar a hacerlo con coraje e inteligencia.

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