Congreso: de primer poder del Estado a agencia de empleos

El Congreso del Perú ya no legisla: recluta. No debate: acomoda. No representa al pueblo: representa a las argollas partidarias más grotescas que hemos visto en décadas.

La contratación de Jacqueline Yesenia Lozano Millones, militante de Alianza Para el Progreso (APP), como jefa del Centro de Modalidades Formativas del Congreso, no es una simple irregularidad. Es una postal de la descomposición institucional. Una prueba fehaciente de que el Congreso ha dejado de ser el primer poder del Estado para convertirse, oficialmente, en una agencia de empleos truchos, donde el único mérito exigido es tener carné del partido correcto o el número de WhatsApp del padrino político de turno.

Cuando pensábamos que el Congreso no podía degradarse más, Alianza Para el Progreso (APP), liderado por César Acuña —experto en frases memorables y tesis dudosas—, decidió enseñarnos que la miseria institucional siempre tiene un sótano más profundo.

Frente a la contratación de Lozano Millones, cuyo mayor mérito parece ser su militancia en APP y un diploma que apareció de la nada, la defensa partidaria fue tan patética como insultante.

Luis Valdez, secretario general de APP, nos dice con cara seria que contratarla es una manera de “abrir las puertas” a la juventud. ¡Qué conmovedor!. Resulta que ahora, si fuiste alcalde escolar a los 14 años, puedes aspirar a cargos de alta responsabilidad en el Estado —eso sí, siempre que milites en el partido correcto.

Luego, como si estuviéramos en una república de opereta, Eduardo Salhuana, presidente del Congreso, admite sin rubor que “nosotros la propusimos”, como si el Parlamento fuera su chacra personal para repartir puestos como caramelos en kermesse barrial. ¿Y los requisitos técnicos?. ¿La experiencia profesional verificable?. ¿La transparencia en la contratación?. ¡Pamplinas!. Aquí lo que vale es la camiseta política, no la hoja de vida.

¿Que gana más de 19 mil soles mensuales?. Bueno, dicen que “hay muchos puestos que ganan parecido”. Claro, en el Perú donde el sueldo mínimo no alcanza para vivir, resulta que regalar sueldazos es política de fomento juvenil. ¡Viva la inclusión… de amigos y compadres!.

¿Y la falta de registro de su maestría en Sunedu?. ¡Pequeños detalles administrativos!. Si no aparece hoy, aparecerá mañana, como por arte de magia, tal como suele aparecer el sentido de vergüenza en las filas de APP… es decir, nunca.

¿Y el retrato gigante de César Acuña en la oficina de la contratada?. Otra «anécdota» que, según ellos, ya resolvieron mandando a retirar el cuadro. Como si el problema fuera la foto y no el descaro estructural de usar el Congreso como agencia de militantes desempleados.

Lo que debería ser un espacio para formar servidores públicos competentes ha sido reducido a una agencia de favores políticos. El Congreso no forma nuevos cuadros de servicio, forma nuevas clientelas de oportunistas. Cada oficina, una cuota. Cada nombramiento, un amiguismo premiado. Cada sueldo, una bofetada al ciudadano que paga impuestos para sostener esta podredumbre.

El caso de Yesenia Lozano no es un accidente. Es el modus operandi. Es el ADN de un Congreso que traicionó su misión constitucional para convertirse en nido de empleos truchos y favores partidarios.

APP no está solo. Es apenas la punta de un iceberg que incluye a todas las agrupaciones que se reparten el Estado como si fuera botín de guerra. Y mientras tanto, la delincuencia aumenta, los hospitales colapsan, los colegios se caen a pedazos… pero la agencia de empleos del Congreso sigue funcionando a toda máquina.

Por eso, el llamado desde La Caja Negra es claro y urgente:
En las próximas elecciones, NO votes por ninguno de los 130 congresistas actuales.
No votes por sus cómplices. No votes por quienes insultan al país cada día, creyendo que no pasa nada.

Cada voto por estos operadores del oprobio es una piedra más en la lápida de la democracia peruana. No perpetuemos la miseria política. No renovemos la agencia de empleos. No sigamos premiando el cinismo.

Porque si callamos hoy, mañana será tarde.
Y el Congreso seguirá abierto, pero no para ti, ni para mí.
Solo para ellos: los que llevan carné, padrinos y hambre de poder.

Lo más nuevo

Artículos relacionados