Entrevista: Cantinflas habla del legendario César Acuña

En el vasto y misterioso universo de la comunicación humana, existen genios de la palabra como Cervantes, Shakespeare o Vallejo. Y luego está César Acuña, un hombre que ha convertido el español en un experimento de laboratorio donde la sintaxis y la coherencia luchan por sobrevivir. Para analizar este fenómeno sin precedentes, hemos convocado a un experto en la materia: el maestro del enredo verbal, el poeta del desconcierto, el único e inigualable Mario Moreno «Cantinflas».
Capibara: ¡Buenas tardes, Don Mario!. Nos honra su presencia para analizar un fenómeno lingüístico sin precedentes: las declaraciones de César Acuña.
Cantinflas: ¡Ah, joven, muchas gracias!. Mire, cuando me dijeron que íbamos a hablar de un innovador del lenguaje, pensé que se referían a Cervantes, a Borges, o en una de esas hasta a mi compadre que vende tamales y siempre tiene un nuevo modo de describirlos. Pero cuando supe que era don César, entendí que estábamos ante un caso especial, un hombre que no habla el español, sino que lo experimenta, lo tortura y lo reconfigura como si estuviera jugando con un rompecabezas… pero sin las piezas necesarias.
Capibara: Justamente, ha dejado huella con frases como «un pobre no es por falta de dinero».
Cantinflas: ¡No, no, momentito, joven!. Esa frase hay que analizarla con bisturí, microscopio y un traductor interdimensional. Porque si un pobre no es pobre por falta de dinero, entonces ¿por qué lo es?. ¿Por afición?. ¿Por estética?. ¡Ah, ya sé! Debe ser que la pobreza es una actitud, un estado del alma, como la melancolía o el gusto por el bolero. Este caballero nos está enseñando que el dinero es irrelevante en la ecuación de la pobreza… una idea que, por cierto, seguramente a los bancos les va a fascinar.
Capibara: También nos regaló la joya: «hago mi tesis porque el libro ya está escrito».
Cantinflas: ¡Claro!. ¡Y qué eficiente es el hombre!. Nos estamos ahorrando siglos de trabajo intelectual. Siguiendo esa lógica, yo podría decir «tengo mi casa porque ya se inventaron los ladrillos», o mejor aún, «soy doctor porque ya existen los hospitales». Es un nivel de genialidad que nos hace cuestionar por qué seguimos haciendo esfuerzos cuando la vida ya está resuelta por otros. Es como si Einstein dijera «descubrí la relatividad porque el tiempo ya existía».
Capibara: Y la que nos dejó a todos en reflexión filosófica: «César Acuña no improvisa, solo dice lo que piensa».
Cantinflas: Mire, joven, aquí nos enfrentamos a un dilema casi metafísico. Porque si don César dice lo que piensa, pero lo que dice no tiene sentido, entonces… ¿qué es lo que está pensando?. ¡Eso ya es territorio de la psicología cuántica!. Nos está desafiando a entender que la espontaneidad es un arte, y que decir lo primero que se le ocurre a uno sin filtro ni sentido es, en realidad, un acto de valentía. Porque, francamente, nadie tiene la seguridad de decir algo sin preocuparse por la coherencia, la lógica o la sintaxis.
Capibara: ¿Cree que su forma de comunicarse debería estudiarse en las universidades?.
Cantinflas: ¡Pero por supuesto!. Esto merece toda una cátedra. Se debería llamar «Acuñología Avanzada: Técnicas para Hablar Mucho y Decir Poco». Imagina los temas:
Gramática abstracta: Cómo transformar frases comunes en acertijos lingüísticos.
Retórica del Caos: Métodos para desconcertar a la audiencia sin perder la compostura.
Lenguaje Experimental: La importancia de la ambigüedad en el discurso político.

Taller práctico: Los alumnos intentan interpretar sus frases sin sufrir migrañas.
¡Una revolución académica sin precedentes!.
Capibara: ¿Y qué me dice de su impacto en la política?
Cantinflas: Ah, bueno, ahí sí que nos metemos en terrenos pantanosos, porque si bien la política siempre ha sido un arte de decir sin decir, don César ha elevado la práctica a niveles insospechados. La diferencia es que otros políticos enredan sus discursos a propósito, mientras que él parece que realmente cree en lo que dice. ¡Y ese es el verdadero arte!. Es como ver a un pintor abstracto que no sabe que está pintando en la pared equivocada.
Queridos lectores, hemos explorado hoy un caso lingüístico de proporciones titánicas. César Acuña nos ha demostrado que la comunicación es un campo de batalla donde las palabras pueden ser cualquier cosa, menos lo que esperábamos. Si algún día logran descifrar completamente sus discursos, por favor, avisen a la RAE, a la NASA y a los monjes tibetanos.
Por ahora, el capibara y Cantinflas se despiden, no sin antes recomendarle a don César un diccionario y, ya que estamos, un buen curso de lógica básica. ¡Hasta la próxima!.

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